Asia es una tierra cargada de espiritualidad y enigmas, con místicas brumas que envuelven la bahía de Phang Nga en Tailandia y la de Ha Long en Vietnam. Mientras los monjes tañen las campanas del templo en Da Nang, el incienso inunda el ambiente en las pagodas de Ciudad Ho Chi Minh. La frenética cultura pop y los icónicos rascacielos de Tokio contrastan con la armonía natural de los jardines Yu de Shanghái.

Asia es un paraíso para los amantes de la comida. Desde los woks hasta el pho, esta región es un auténtico crisol de culturas culinarias, cuyas delicias especiadas se pueden descubrir tanto en puestos callejeros como en vibrantes mercados gastronómicos. Allí, los fideos son un arte, el atún fresco es una exquisitez y las empanadillas al vapor siempre están en su punto. Descubrirá sabores centenarios allá donde vaya: desde brochetas satay en los bulliciosos mercados hasta sofisticadas creaciones en restaurantes con estrella Michelin. Pruebe el sake en Kioto, el pulpo en Osaka y el bibimbap en Busán, y dese un capricho en Singapur con una langosta y una chuleta marmoleada.

Las costas de Asia son un caleidoscopio de paisajes inolvidables, con bosques tropicales, montañas, arrecifes de coral, cuevas y carsos. Las lagunas de Langkawi y la isla de Khao Phing Kan cautivarán sus sentidos, mientras que los arrozales de Bali le invitarán a disfrutar de momentos de paz. Explore el desfiladero de Dorokyo o relájese en las playas de fina arena blanca de Krabi. Con sus 10 000 islas, Asia es un auténtico tesoro natural que esconde joyas de una belleza extraordinaria.

Antaño cuna de civilizaciones ancestrales, Asia alberga en la actualidad algunas de las ciudades más avanzadas del mundo. Comerciantes marítimos, monjes y exploradores forjaron el intercambio cultural que la caracteriza. Y aunque las grandes dinastías han ido desapareciendo, las reverenciadas tradiciones, como la ceremonia del té, los trajes de geisha, la artesanía y los ninjas de la era samurái, aún perduran. Las calles adoquinadas, los edificios coloniales, los espectáculos culturales y la mezcla de budismo, hinduismo y confucionismo han dado forma a una sociedad que valora enormemente el respeto y la armonía.

Si la vida es movimiento, Asia es una danza. El día a día combina taichí, paseos descalzos por la playa y un profundo sentido de la comunidad, lo que complementa a la perfección nuestro Ocean State of Mind. La belleza está en lo funcional, desde la delicadeza de una tetera hasta la majestuosidad de los rascacielos. Los festivales siguen el ciclo de la luna, mientras que las ciudades siguen el ritmo de vida del siglo XXI. Los lugareños se arrodillan en los templos en una muestra de respeto, haciendo fluir el buen karma y encarnando el «sanuk», la alegría de vivir.